7 consejos para recuperarse tras un duro golpe emocional
Ruptura en el amor, muerte de un ser querido, despido; todas heridas, a veces muy profundas, las que hay que lograr gestionar en este delicado período.
Aunque sabemos que nadie es inmune a un golpe fuerte, es cuando llaman a nuestra puerta cuando nos damos cuenta de lo difícil que es afrontarlo. Difícil, pero no imposible cuando tienes ciertas claves.
1. No intentes enterrar lo que sientes
Es normal sentirse abrumado por las emociones después de un duro golpe: tener miedo a la soledad cuando te separas o a la inseguridad cuando te acaban de despedir, estar triste cuando has perdido a un ser querido o un aborto espontáneo.
Entonces es muy importante no tratar de enterrar tus emociones, sino al contrario, porque somos humanos, permitirte sentirlas cuando surgen, dejar fluir tus lágrimas, expresar abiertamente tu dolor o consternación. Dice Stéphany Pelissolo, psicóloga.
Sin embargo, especifica su colega Olivier Douville, "no estamos obligados a expresar a todo el mundo lo que estamos viviendo, pero al menos a las personas de confianza que pueden sentirse conmovidas por lo que estamos viviendo y para compartirlo".
2. No caigas en la trampa de la culpa
"Debería haber estado más disponible para mi padre desaparecido", "más cariñoso con mi ex cónyuge". Para Olivier Douville, "cualquiera sea el golpe duro, la culpa es una muy mala respuesta porque está ligada a un ideal de perfección muy destructivo para la autoestima como para la moral".
¿Cómo evitarlo? "Abriendo un debate con uno mismo para poner en perspectiva la parte verdadera de lo que te culpas con su parte falsa, la parte que nace de la idealización. En otras palabras, reconocer que sí, no siempre estuvimos muy disponibles, cariñosos, eficientes o atentos pero que también hicimos lo que pudimos en ese momento y que nos hubiera resultado difícil. hacerlo mejor o más.
3. Evite el aislamiento
Aunque tengas que esforzarte un poco, es muy importante seguir teniendo una vida social pero, como especifica Olivier Douville, ordenando tus relaciones: "Durante este período difícil, es mejor evitar las que nos devuelven a nuestra culpa, y acercarnos a aquellos, confiables, que pueden comprender nuestras dificultades, mimarnos, ofrecernos su apoyo y ternura. E incluso si su buena voluntad parece incómoda o imperfecta a veces, puede hacernos bien".
4. Pensamientos negativos en cortocircuito
A menudo, después de un duro golpe, nuestro cerebro se ve asaltado por pensamientos negativos que dan vueltas y solo acentúan la ansiedad: "De todas formas, apesta", "Siempre me cae encima" "En esos momentos, sugiere Marion Aufseesser, psicóloga, realmente tienes que arreglártelas para "desenchufar" tu cerebro y reemplazar estos pensamientos negativos automáticos por otros más positivos".
Por ejemplo, cita, mirando en su pasado situaciones que también habían sido difíciles, luego identificando aquellas de las que habíamos salido mejor para analizar los recursos que habíamos desplegado para superarlos. Y no dudes, si no puedes, en "cambiarte las gafas", es decir, pregúntale a un ser querido que sabes que es bastante positivo en la vida qué haría por nosotros".
Hacer sesiones de relajación o sofrología también puede ayudar: "Al estimular el centro nervioso para la relajación, estas técnicas permiten manejar mejor las emociones negativas cuando surgen en niveles y momentos inadecuados".
5. Mantenga su ritmo de vida y hábitos
Muy importante también: seguir haciendo las cosas cotidianas a las que le damos importancia: maquillarnos o afeitarnos cada mañana, cuidar la casa, cocinar y continuar con las actividades que nos hicieron sentir bien, como el deporte, jardinería, pintura. "Esto permite, aunque no quieras, mantener una imagen positiva de ti mismo y evitar que la tristeza se convierta en depresión", insiste Stéphany Pelissolo. Por otro lado, "comenzar un nuevo aprendizaje, por muy beneficioso que sea, no es necesariamente fácil cuando no se está bien". Es mejor, explorarlo más tarde.
Del mismo modo, debemos esforzarnos por mantener los horarios lo más regulares posible: "Nuestro organismo se rige por un cierto número de "leyes" muy precisas, en particular las que rigen nuestros ritmos fisiológicos, recuerda el Dr. Frédéric Chapelle, psiquiatra. Por lo tanto, es importante, incluso en situaciones de confusión, respetarlos con horarios regulares de comida, hora de dormir y levantar".
6. Date tiempo
"Querer demostrarse a sí mismo o a los demás que es capaz de recuperarse de inmediato, como si fuera insensible al evento, me parece una mala idea", dice Olivier Douville.
El proceso de duelo, en particular, puede llevar varios meses sin que sea anormal.
Incluso después de perder su trabajo, puede ser necesario un descanso: "Si está buscando un nuevo trabajo inmediatamente después de ser despedido, corre el riesgo de romperse la nariz porque, incluso con un buen CV y una carta de presentación bien redactada , es sobre todo tu energía negativa la que emergerá: ira, negación, victimización", subraya Marion Aufseesser.
7. Bienvenidos cambios
Es difícil, pero aceptar que las cosas y la vida no serán lo mismo es un paso inevitable en el camino de la reconstrucción. Y aunque en general son dolorosos porque se han sufrido, estos cambios a veces también pueden iniciar otros más positivos: "Veo pacientes que, tras una ruptura de la que sin embargo pensaban que no se recuperarían nunca, se dan cuenta de que son capaces de vivir por sí mismos, de abrirse a los demás, de emprender nuevas actividades, de empezar de nuevo sobre bases distintas y más en armonía consigo mismos", testifica el Dr. Chapelle.
"Aunque no sea fácil, un despido también puede ser una oportunidad inesperada para hacer un balance de uno mismo, para descubrir una vocación o habilidades que no había visto y, a partir de ahí, Abrirse a posibilidades de reentrenamiento que podríamos haber perdido", observa Jean-François Vézina, psicólogo y psicoterapeuta.
¿Debemos consultar a un especialista?
Es normal, en los días y semanas posteriores a un evento doloroso, tener ansiedad, dificultad para dormir, una disminución significativa de la libido, pérdida o por el contrario un aumento del apetito. "Pero si duran más de dos o tres meses, realmente hay que hablar con su médico", insiste Olivier Douville, psicólogo.