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Alzheimer: ¿y si lo provocara nuestro intestino?

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"El eje cerebro-intestino" es de creciente interés para los investigadores. Un nuevo estudio ha confirmado una vez más que nuestra flora intestinal podría influir en la aparición de la enfermedad de Alzheimer.


Nuestra microbiota, una verdadera torre de control del cuerpo, bien podría desempeñar un papel importante en la aparición de trastornos neurodegenerativos, como el Alzheimer. Así lo confirma un equipo de investigadores de las universidades de Ginebra (Suiza) y Nápoles (Italia). Sus resultados sugieren que existe una relación entre un desequilibrio en la microbiota intestinal y el desarrollo de placas amiloides, que se sabe que son un signo de la enfermedad de Alzheimer en el cerebro.

Durante varios años, los estudios se han multiplicado, los científicos sospechan de un vínculo entre nuestra microbiota - estas miles de millones de bacterias y otros hongos que albergan nuestros intestinos - y el desarrollo de la enfermedad. Hace un año, un estudio mostró que la dieta, gracias a su efecto sobre las bacterias en los intestinos, podría desempeñar un papel en la reducción del riesgo de Alzheimer. Y que una dieta específica (en este caso mediterránea) podría de alguna manera regular el desarrollo de la demencia. Más recientemente, un trasplante fecal (que implica trasplantar heces sanas a un paciente) ha dado resultados asombrosos: un paciente tratado por una infección bacteriana resistente vio disminuir sus síntomas de Alzheimer.

Para este nuevo estudio, publicado en Journal of Alzheimers Disease, los científicos reclutaron a 89 pacientes de entre 65 y 85 años: algunos tenían Alzheimer, otros tenían enfermedades neurodegenerativas, y estas últimas no tenían deterioro de la memoria. Fueron sometidos a imágenes cerebrales del cerebro y una muestra de sangre. Resultados: La presencia de ciertas bacterias en la flora intestinal de los participantes se correlacionó con la cantidad de placas amiloides en sus cerebros. Por tanto, la microbiota produciría metabolitos que afectarían las funciones cerebrales. Los investigadores creen que ciertas proteínas de las bacterias llegan al cerebro a través del torrente sanguíneo.

¿Podríamos entonces considerar actuar en el cerebro mañana modificando la microbiota, proporcionando así un cóctel de bacterias "amistosas"? El camino está abierto y los investigadores que siguen este ejemplo aún tienen trabajo por hacer.

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