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Cuarentena y niños: Cómo sobrevivir a las rabietas de tu hijo

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No es fácil mantener la calma cuando un pequeño rueda por el suelo. Pero algunas técnicas de atención plena pueden ayudarnos a mantener la calma y reaccionar de manera efectiva para que la crisis se disipe lo más rápido posible, más aún en tiempos de cuarentena por la pandemia.


Si eres padre de un niño pequeño, sabes que es casi imposible evitar las rabietas. Las comidas, la hora de dormir o salir en público pueden convertirse en una pesadilla. Estas convulsiones no son sólo una expresión de la emoción de los niños, sino una interacción con las personas que los cuidan, dice Greater Good Magazine.

La buena noticia es que la forma en que reaccionas ante el comportamiento enojado del niño es de vital importancia e influye en la duración y gravedad de la crisis. Cuanto más puedas mantener la calma, más rápido y más indoloro pasará la ira. Es más fácil decirlo que hacerlo, y requiere mucha paciencia y práctica, pero las situaciones serán más fáciles con el tiempo.

Pausa por tres segundos

Tómese literalmente tres segundos antes de reaccionar cuando su hijo tenga un capricho. Respira hondo y pregúntate cómo te sientes. Tienes hambre ? Sed? Dolor de espalda? ¿Estás estresado por el trabajo? Estos factores externos pueden influir en tus interacciones con tu hijo. Trata de imaginar tu reacción si estuvieras en plena forma y concéntrate en tus experiencias sensoriales. Esta conciencia puede ayudarte a mantener la calma.

Ancla tus pies

El ejercicio de atención plena puede ayudar, incluso cuando el niño está histérico. Cuando sientas que tu presión arterial aumenta y crees que estás a punto de romperla, concéntrate en tus pies. Siente que tus plantas se hunden en el suelo. Observa cómo la tierra te detiene. Mueve los dedos de los pies en tus zapatos. Observa las sensaciones en los músculos y tendones. Luego, vuelva a centrar tu atención en tu hijo.

Escuchar

Nuestro instinto es apresurarnos para distraer, tranquilizar o arreglar las cosas, y asegurarnos de que todo salga bien. Pero a veces lo que reconfortará al niño y al padre es simplemente estar allí, sentarse y escuchar la angustia de la otra persona sin tratar de ponerle fin rápidamente.

Tocar

Si las palabras relajantes no son suficientes para calmar a su hijo, intente responder físicamente. Esto puede significar colocar una mano sobre su hombro, frotar su espalda mientras patea y grita en el piso, o envolverlo en un abrazo. Por supuesto, observe sus señales para asegurarse de que es algo que necesita, porque a veces, cuando las emociones son intensas, el tacto puede parecer intrusivo. Pero la mayoría de las veces, ser cariñoso puede ayudarlo a regular sus emociones y calmarlo.

Aceptar

Muchos padres creen que los niños pueden mantener la calma ante la frustración antes de los dos años, cuando en realidad esta capacidad no comienza a desarrollarse hasta los tres años y medio de edad. Y lleva varios años dominarlo por completo. Enfrentar esta realidad y aceptarla nos ayuda a comprender que el niño no está actuando intencionalmente de esa manera.

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