Neumonía: cómo distinguirla de una bronquitis
Dos enfermedades con síntomas similares pueden tener consecuencias muy diferentes. La neumonía, que puede confundirse con bronquitis, puede ser fatal para las personas frágiles. De ahí la importancia del diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado, que aceleran la curación y limitan el riesgo de complicaciones.
La bronquitis y la neumonía son dos infecciones que pueden afectar las vías respiratorias. Tienen síntomas similares que son confusos. Pero hay diferencias. En primer lugar, la neumonía afecta a los pulmones, mientras que la bronquitis afecta a los bronquios, una especie de túnel para que el aire entre y salga de los pulmones.
La mayoría de los casos de bronquitis son causados por virus, a menudo los mismos que causan resfriados y gripe. De hecho, un resfriado o gripe a menudo precede a la bronquitis. Sin embargo, la neumonía es causada principalmente por bacterias (así como virus y hongos, pero en casos más aislados). Entre las principales bacterias involucradas: Streptococcus pneumoniae (pneumococcus), Haemophilus influenzae.
¿Qué síntomas tienen?
El síntoma más destacado de la bronquitis es una tos, a veces acompañada de esputo, fiebre leve, dolores corporales, dolor en el pecho, dolor de cabeza, fatiga y falta de aliento.
En caso de neumonía, la tos grasa también se acompaña de esputo (a veces sangre) y dolor en el pecho, pero también fiebre alta, escalofríos, molestias respiratorias, falta de apetito y un estado de angustia. La neumonía es más peligrosa que la bronquitis e incluso puede ser fatal.
¿Cómo tratar estas infecciones?
Como la bronquitis es casi siempre viral, los tratamientos con antibióticos no son efectivos. Puede aliviar algunos síntomas con medicamentos de venta libre. Algunas cucharaditas de miel en té o agua tibia también pueden aliviar la tos.
La neumonía bacteriana es tratada con antibióticos. El diagnóstico previo realizado por un profesional de la salud aumenta las posibilidades de recuperación rápida y el riesgo de complicaciones.
El descanso y el consumo de líquidos son muy recomendables en ambos casos. Para limitar el riesgo de transmisión, recuerde lavar las manos con frecuencia y evitar tocar la cara. Las vacunas ayudan a proteger a las personas más expuestas.