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¿Por qué consumir grasas es tan importante desde que nacemos?

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Actualmente debido a distintas investigaciones y el acceso a ellas a través de Internet ha llevado a la población a adoptar variadas dietas con énfasis en distintos alimentos que aportan distintos nutrientes y consecuencias. Desde que nacemos es primordial el consumo de grasas, pero con los años nos hemos distanciado erróneamente de su importante función.


Un estudio de la Revista Internacional de Investigación en Vitaminas y Nutrición, explica que la composición de la leche humana es el resultado de la evolución de los mamíferos durante millones de años. Entre los componentes más importantes de la leche están los ácidos grasos.

"Aproximadamente el 85% son ácidos grasos saturados y monoinsaturados; el resto son poliinsaturados. Su función es proporcionar energía e inmunidad y servir como bloques de construcción, así como ayudar al sistema hormonal".

Las diferencias estructurales entre los ácidos grasos determinan su biodiversidad y les dan una importancia fisiológica particular. El desarrollo correcto del sistema nervioso, la retina y otras estructuras dependen de un suministro adecuado de estos ácidos grasos durante el desarrollo intrauterino y en las etapas del recién nacido y el lactante. Las grasas presentes en la leche forman glóbulos de grasa de la leche, estructuras que no aparecen en la fórmula láctea preparada con aceites vegetales.

La composición única de la leche y su extraordinaria estructura compleja, compuesta de macromoléculas y partículas, es el resultado de 150 millones de años de evolución de mamíferos. Con el tiempo, esto ha producido un alimento saludable que proporciona nutrición y protección inmunológica.

Una de las sustancias más importantes en la leche son los ácidos grasos, que aseguran el correcto desarrollo del niño en las etapas prenatal, postnatal e infantil. Un suministro correcto de estos en las etapas de desarrollo intrauterino, postnatal e infantil asegura el desarrollo adecuado del sistema nervioso, la retina y otras estructuras. La grasa de la leche humana proporciona casi el 50% de la ingesta de energía de los bebés pequeños".

Si estamos adaptados hace millones de años para procesar la grasa como energía y nutriente es natural concluir que nuestra dieta de adulto debiera componerse principalmente de carnes y pescados. Sin embargo, desde el estudio de Ancel Keys de 1960 que indicó que las grasas producían ataques cardíacos, muchos países han reducido drásticamente su ingesta reemplazándola por carbohidratos (pan, arroz, pasta, etc.). Pero el estudio de Keys tenía un sesgo, sólo publicó 7 de los 22 países que confirmaban la teoría de que la grasa producía los altos indices de ataques cardíacos, dejando fuera a los restantes países que también tenían alto consumo de grasa y baja tasa de ataques cardíacos, según la investigación posterior de Jacob Yerushalmy que buscaba confirmar la de Keys.

Actualmente los países desarrollados han difundido el estudio de que el consumo de azúcar y carbohidratos debe reducirse al mínimo ya que una vez consumidos se convierten en glucosa. Los ácidos grasos libres que estamos acostumbrados a consumir desde que nacemos hace millones de años necesitan una molécula de gricerol (azúcar o carbohidratos) para transformarse en grasa corporal. La grasa animal no es la misma que la grasa corporal.

Si no comemos en exceso carbohidratos, los ácidos no pueden convertirse en triglicéridos, es decir, no pueden convertirse en grasa corporal, indican los médicos y científicos que promueven dietas bajas en carbohidratos alrededor del mundo.

Sin duda los ácidos grasos han sido primordiales en la vida del ser humano y su carga genética. El resultado de millones de años de evolución en mamíferos, durante los cuales la leche compuesta principalmente de ácidos grasos, se convirtió en la única fuente de nutrición natural para la descendencia en las primeras semanas de vida de un niño. Y, por millones de años el hombre usó la energía de la grasa animal para llegar a los días contemporáneos, influyendo incluso en el desarrollo y tamaño del cerebro del humano moderno.

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