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¿Somos realmente sensibles al clima?

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Muchos de nosotros sentimos que las inclemencias del tiempo tienen un impacto negativo en nuestra salud y moral, a pesar de que estamos en buena forma en los días soleados. Un sentimiento que la ciencia no siempre consigue demostrar.


La influencia del clima en el cuerpo humano es tema de debate dentro de la comunidad médica. "El estudio de los efectos del clima en los seres vivos es una ciencia relativamente reciente", afirma el bioclimatólogo Jean-Claude Cohen, director del servicio de salud y meteorología de Météo-France.

Según dos estudios en Canadá y Alemania, la migraña, el agotamiento, el dolor articular, la irritabilidad, la depresión y los mareos pueden ser causados por cambios en la humedad, la temperatura y la presión del aire. Sin embargo, no todos son sensibles al mismo de la misma manera; los mayores de 60 son los más propensos a quejarse. Así, la manifestación de síntomas relacionados con el clima depende del terreno de cada uno. "A menudo se trata de personas que tienen una glándula suprarrenal o tiroides frágiles", observa la Dra. Michèle Guyader, médico de cabecera.

Lluvia, frío, nubes "El clima en sí mismo no causa enfermedades, pero es la gota que colma el vaso", agrega Jean-Claude Cohen.

Meteosensibilidad: creencias puestas a prueba por la ciencia

A pesar de estas observaciones, la mayoría de los estudios concluyen que las variaciones del clima tienen poco o ningún efecto sobre nuestro bienestar. "La investigación científica sobre este tema no muestra una correlación significativa entre el clima y el estado de ánimo o el reumatismo", dice Johanna Rozenblum, psicóloga clínica.

Según los investigadores holandeses, esta relación es difícil de demostrar porque el clima afecta el estado de ánimo solo de un subconjunto de la población, con una intensidad que varía de un individuo a otro, lo que dificulta las conclusiones generales.

Entra en juego otro parámetro. "Esta es una creencia autocumplida que consiste en pensar: "Si estoy triste cuando llueve es porque necesariamente hay un vínculo", y que llega a sesgar nuestra percepción, desarrolla la psicóloga. Memoriza mejor los eventos que validan nuestros pensamientos estereotipados: recordamos más que lo estábamos haciendo muy bien cuando el clima era bueno, o que estábamos en los pies de nuestra cama un domingo lluvioso, haciendo la conexión con el clima y olvidándonos por completo del contexto personal positivo o negativo, que influye en nuestro bienestar ".

Para nuestra moral lo importante es exponernos a la luz

"En realidad, más que el clima, es la ausencia de luz lo que tiene un impacto negativo en nuestro cuerpo", continúa Johanna Rozenblum. De hecho, es la luz la que regula nuestros relojes biológicos y estacionales. Usando información recopilada por la retina, como la duración y la intensidad de la luz solar, el hipotálamo en el cerebro informa al cuerpo que debe adaptarse a las nuevas condiciones climáticas.

"Esta adaptación será más difícil para las personas con sensibilidad meteorológica, que a menudo tienen una disfunción del sistema hormonal", dice el Dr. Guyader. Sus cuerpos no secretarán suficiente serotonina, la hormona de la felicidad, para adaptarse a los cambios de estación. "Y su metabolismo se verá afectado", añade.

La serotonina también juega un papel crucial en la termorregulación del cuerpo, los hábitos alimenticios, el sueño, el dolor, la ansiedad o el control motor. Tristeza, cambio de humor, insomnio, pérdida de energía, aumento de peso, disminución de la libido. El trastorno afectivo estacional afecta, según estudios, del 0,4 al 10% de la población.

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