22-04-2020 por Mirai
Históricamente, las vacunas han evitado millones de muertes prematuras, e incontables niños se han salvado de enfermedades desfigurantes. Pero hoy, las vacunas se están convirtiendo en víctimas de su propio éxito. Muchas personas no han sido testigo de las enfermedades contra las que las vacunas protegen hasta el punto de cuestionarlas.
El sentimiento de antivacunación está creciendo rápidamente en el mundo y la inmunidad colectiva se ve amenazada a medida que más y más padres deciden no vacunar a sus hijos. Incluso ya se han producido brotes de enfermedades que se creían erradicadas.
Hay diversas razones y factores para que un padre decida rechazar la inmunización: creencias religiosas y filosóficas, libertad e individualismo, información errónea sobre el riesgo y percepción excesiva del riesgo. Las legislaturas estatales y los departamentos de salud ahora enfrentan un desafío difícil: respetar los derechos y las libertades individuales y al mismo tiempo salvaguardar el bienestar público.
Las consecuencias son graves no sólo para los niños desprotegidos, sino también para el resto de la sociedad. La inmunidad colectiva se ve amenazada a medida que más y más padres no quieren vacunar a sus hijos.
De acuerdo a un estudio realizado por The Journal of Pediatric Pharmacology and Therapeutics, una de las principales razones que expresan los padres para rechazar las vacunas para sus hijos son las preocupaciones sobre la seguridad de las vacunas.
La mayoría de estas inquietudes se basan en información que estos padres han descubierto en los medios o que han recibido de conocidos frente a desconfianza gubernamental. Independientemente de si las historias provienen de la televisión, Internet, la radio o de familiares y amigos, los padres son constantemente bombardeados con las opiniones de otras personas sobre las vacunas. Toda esta información puede ser abrumadora para algunos padres, lo que les dificulta tomar su propia decisión bien informada. Muchos de los informes y opiniones que bombardean a los padres y causan incertidumbre están dirigidos a la seguridad de las vacunas. Plantean dudas sobre las reacciones adversas a corto plazo y la posibilidad de efectos negativos duraderos. Estas preocupaciones sobre la seguridad pueden hacer que los padres rechacen completamente las vacunas.
Los medios que citan problemas con los componentes de las vacunas (como el timerosal) e informan que las vacunas pueden causar autismo, daño cerebral o problemas de comportamiento hacen que los padres sean más cautelosos y tengan más preocupaciones con respecto a la seguridad de las vacunas.
El miedo puede influir en algunos padres para que elijan retrasar las vacunas para que su hijo no reciba más de una vacuna a la vez. Temen que la administración simultánea de varias vacunas pueda sobrecargar el sistema inmunitario de su hijo, y piensan que permitir que ocurran todas las vacunas de acuerdo con el cronograma recomendado aumentará el riesgo de seguridad.
Como resultado de esta lógica, muchos eligen retrasar las vacunas para proteger mejor a sus hijos. Muchos padres creen que los efectos secundarios de las vacunas son más extensos de lo que les dicen sus médicos y que los riesgos superan los beneficios de vacunar a sus hijos.
Hacer énfasis en revertir la desconfianza en los gobiernos y comunidad de salud es primordial para eliminar las creencias que actualmente impulsan a los padres a rechazar una de las mejoras más grandes de la historia humana.
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